"He le leído este poema cientos de veces en Chile. En muchos lugares, teatros, gimnasios, pub, colegios, universidades, centros culturales, juntas vecinales, sindicatos. A la gente le gustaba oírlo en tiempos de la dictadura. Todo el mundo conocía a la Maggie y eso me conectaba con la gente. Incluso lo leí en Nueva York, el 26 de noviembre de 1993. Y en México DF. y en Guadalajara en el 2001. Fue un poema de batalla por varios años y me doy cuenta que le sigo teniendo mucho cariño ahora que me lo has hecho re-leer y escribir a propósito de la posibilidad de que la Maggie lo conozca, lo que me pone la carne de gallina. Aunque es parte del horror de la dictadura militar, me emociona ahora porque leo en él una defensa por la dignidad de la mujer del espectáculo". (2009)
Por aquel tiempo trabajé como junior
en un cabaret del centro de Santiago.
Por la noche quitaba manchas de semen fresco
adheridas en el tapiz de las butacas.
Por la mañana partía con el dinero de mi jefe
a una sucursal del Chase Manhattan Bank.
Cuando me tocaba ir al urinario
alzaba los talones para mirar a través de
un ventanuco el afiche de
pegado en el muro al otro lado de la calle.
Yo, a
pétalo de una rosa. A pesar de los años
que lleva meneando el queque
respeto ciencia médica y religiones.
a las fuerzas del voluntariado femenino.
Ella es quien hace el milagro
de hacer sonreír a los maridos de esas señoras.
El espectáculo de
al que dan a diario los jueces de la
Ilustrísima Corte, tristísimo
por el lado que se le mire.
Una noche vino al baño de acá
“que el de allá está muy cochino” –manifestó.
Y yo mismo le vigilé la puerta
para que ningún hijo de perra se colara
mientras ella se encontraba descargando.
(Clemente Riedemann / PRIMER ARQUEO (1989)
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